Bate las yemas de huevo con el azúcar hasta que estén cremosas y, en un recipiente aparte, pon a remojar la gelatina en agua fría. Calienta la crema (nata) a unos 60-70 °C y funde en ella el chocolate blanco. Escurre la gelatina y añádela a la mezcla de chocolate y crema. Mezcla todo bien. A continuación, revuelve con cuidado la mezcla de chocolate y crema con la mezcla de huevo y azúcar. El pudding está listo.
Divide la mezcla y colorea 1/3 con colorante alimentario amarillo y 2/3 con azul.
Engrasa una pequeña bandeja de horno, vierte en ella un poco de pudding amarillo y deja que se asiente. Recorta estrellas de dos tamaños del pudding ya solidificado.
Enjuaga el molde metálico más grande con agua fría y presiona las estrellas recortadas contra su pared interior.
Vierte el pudding azul hasta la mitad del molde. Si se ha vuelto demasiado sólido, se puede calentar brevemente en el microondas, para derretirlo otra vez. Luego presiona el pequeño molde de metal en el centro y pon todo el montaje en el refrigerador hasta que cuaje.
Retira el molde pequeño y vierte el pudding amarillo en la cavidad. Vuelve a meter todo al refrigerador para que cuaje. Por último, añade el resto del pudding azul al molde grande y refrigera durante al menos 4 horas.
Vuelca el pudding ya cuajado en un plato grande. Para desmoldar el pudding, lo mejor es utilizar un secador de pelo o un baño maría. Así será más fácil que el pudding se deslice del molde.
Derrite el chocolate blanco y repártelo en tres recipientes. Colorea una parte de azul y otra parte de amarillo. Deja la tercera parte blanca. Corta una rebanada de pan de molde en trozos y úsalos como pequeñas esponjas. Sumerge los trozos de pan en los chocolates derretidos y decora el pastel con ellos.